Tras una historia de décadas, la izquierda rompió el bipartidismo de blancos y colorados y pasó a ser la primera fuerza del Uruguay

Alvaro Giz 
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La votación alcanzada por el Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) en las elecciones del domingo 31 es fruto de un prolongado proceso que dio sus primeras señales a principios de este siglo —con la creación del Partido Socialista (PS)—, pero que comenzó a afianzarse a partir de 1971 cuando las fuerzas de izquierda existentes en el país hicieron a un lado los recelos que las mantuvieron enfrentadas durante décadas y se unieron para disputarle el gobierno al Partido Colorado (PC) y al Partido Nacional (PN).

Esta fuerza política, que acaba de recoger en las urnas el apoyo de 40% del electorado de la mano del médico socialista Tabaré Vázquez, sobrevivió a las disputas internas, la clandestinidad, la prisión, el exilio, los desgajamientos y al derrumbe del Partido Comunista del Uruguay (PCU), el sector que en los primeros 21 años de vida del Frente Amplio fue su principal soporte.

El escenario político que hoy vive el país, que rompió con el bipartidismo tradicional y reinstaló uno nuevo, fue vaticinado por el entonces presidente del FA, Líber Seregni, el 22 de mayo de 1985, durante un acto realizado en el Cilindro Municipal. “En el largo plazo, el Frente Amplio amenaza la vida misma de uno de los partidos tradicionales” porque “el reordenamiento de la estructura política significa que el Frente Amplio se ha convertido nuevamente en un adversario principal” que “rompe con el oligopolio bipartidista tradicional”, afirmó entonces Seregni.

Marx y Varela

Pero el camino recorrido por la izquierda hasta el domingo pasado ha sido largo y empedrado.
Las primeras menciones que existen en Uruguay sobre el socialismo científico se remontan a 1871, cuando el diario “La Paz” —dirigido por José Pedro Varela—, publicó un reportaje a Carlos Marx, aunque con el objetivo de criticar su postura ideológica, afirma Fernándo López Alesandro en su libro “Historia de la izquierda uruguaya”.

Por esa misma época, el periódico “El Partido Obrero”, que se había convertido en un órgano de difusión de ideas anarquistas y socialistas de corte marxista, impulsó la creación de una “Unión Obrera” que reivindicaba la jornada de ocho horas, la abolición del trabajo nocturno e infantil y de las leyes restrictivas de las huelgas, entre otros planteos.

Según el mismo autor, años más tarde, en 1904, los socialistas uruguayos crearon el Centro Socialista 1º de Mayo, que tendría como hilo conductor las orientaciones de la Segunda Internacional, realizada en 1889 en París.

Pero recién en las elecciones de 1910 dos izquierdistas accedieron por primera vez en la historia a la Cámara de Representantes: Pedro Díaz y Emilio Frugoni. Ello fue posible gracias a un acuerdo entre el “Centro Liberal” fundado por el inmigrante gallego Adolfo Vázquez Gómez, que tenía influencias del pensamiento masónico, y el Partido Socialista, recientemente fundado.

El objetivo de este entendimiento —visto con simpatía por el líder colorado José Batlle y Ordóñez— fue cerrarle el camino a la Unión Católica y dar legitimidad a un acto electoral del cual los blancos se abstuvieron de participar.

Al abandonar el abstencionismo de los blancos en las elecciones de 1915, el socialismo perdió su representación parlamentaria, que sólo recuperó cuatro años después cuando resultaron electos Frugoni y Celestino Mibelli.

Rodney Arismendi, Zelmar Michelini y José Pedro Cardozo en 1971. Foto: Centro de Fotografía de Montevideo

La gestación

Pero tan solo dos años después, en 1921, la naciente izquierda uruguaya comenzó un proceso de divisiones y enfrentamientos que duraría varias décadas. La decisión del congreso socialista de aceptar las “21 condiciones” de la Tercera Internacional, impuestas por Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), y pasar a llamarse Partido Comunista precipitó el alejamiento de Frugoni y la renuncia a su banca.

En los años siguientes, ambos partidos intervinieron en las elecciones con suerte diversa.

Pero uno de los embriones que 16 años después daría vida a la creación del Frente Amplio puede rastrearse en el XVI Congreso del PCU. En esa deliberación, desarrollada en julio de 1955, Rodney Arismendi se convirtió en secretario general desplazando a Eugenio Gómez —que fue expulsado— y trazó la estrategia que habría de seguirse en adelante para lograr la “unión de las fuerzas populares”.

Arismendi planteó entonces que los cambios estructurales que requería el país solo podrían lograrse a través de un “Frente Democrático de Liberación Nacional” en el cual tendría “un papel acentuado la clase obrera, en alianza con los campesinos, los estudiantes y la intelectualidad y otras capas de la pequeña burguesía urbana”.

En una publicación difundida por “El Popular” en 1989, el dirigente comunista Eduardo Viera justificó el desplazamiento de Gómez en que el partido “se encontraba en crisis, angostado por el sectarismo y también por posiciones seguidistas y elementos del nacionalismo burgués”.

En 1962, el PCU comenzó a poner en práctica la tesis expuesta por Arismendi y logró formar el Frente Izquierda de Liberación (Fidel) gracias a la participación de figuras provenientes de los partidos tradicionales como Luis Pedro Bonavita, Ariel Collazo, Adolfo Aguirre González y Edmundo Suárez Netto.

Al mismo tiempo, el PS creó —también con figuras de extracción blanca como Enrique Erro, José de Torres Wilson, José Claudio Williman y Helios Sarthou— una opción de izquierda para esos comicios, la que se denominó Unión Popular (UP).

En esas elecciones se impuso la Unión Blanca Popular (del PN) y ambas expresiones electorales de izquierda lograron el 5,8% de los votos. Sobre un total de 1.171.020 votos, el Fidel obtuvo 40.886 y la UP 27.041. Simultáneamente, los demócratacristianos resolvían renovarse transformando a la vieja Unión Cívica en el Partido Demócrata Cristiano (PDC) gracias a la fuerte influencia que comenzaba a ejercer en esa colectividad el arquitecto Juan Pablo Terra.

En otro hecho que también preparó el terreno para lo que habría de suceder nueve años más tarde, Zelmar Michelini rompió con la lista 15 del Partido Colorado y Renán Rodríguez hizo lo propio con la lista 14. Ambas vertientes se unificaron luego y formaron la lista 99.

Al año siguiente, el 31 de julio de 1963, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) concretó su primera acción armada, con el asalto al club Tiro Suizo.

Como correlato de lo que se venía procesando en ámbitos políticos, dos años después —en 1965— tuvo lugar la fundación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), donde los grupos de izquierda, particularmente el PCU, ejercían una notoria hegemonía.

Para las elecciones de 1966 el Fidel se mantuvo unido pero el PS rompió su alianza con la UP, descontento por los resultados obtenidos cuatro años antes, lo que implicó que quedara sin representación legislativa.

El Fidel aumentó entonces su caudal electoral (69.750 votos) pero los otros dos sectores divididos vieron disminuir su presencia electoral: el PS logró 11.559 votos y la UP 2.655. Las elecciones fueron ganadas por los colorados con el 49,3% de los votos y el general (r) Oscar Gestido asumió la Presidencia. La izquierda, en total, logró el 6,8% de los votos.

Pero Gestido no llegó a completar el primer año de su mandato. Debido a su fallecimiento, el 6 de diciembre de 1967, fue sustituido por Jorge Pacheco Areco, quien asumió el cargo en momentos que en el país tenían lugar severas convulsiones sociales, provocadas por las crecientes movilizaciones sindicales y el accionar guerrillero de los tupamaros.

Pacheco Areco enfrentó con firmeza estos problemas, aplicó medidas prontas de seguridad, disolvió al PS y al Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) y clausuró numerosas publicaciones.

Clima propicio

Este clima que vivía el país ambientó el surgimiento de bloques parlamentarios espontáneos. Los legisladores colorados Michelini, Alba Roballo, Hugo Batalla, Nelson Alonso, el nacionalista Francisco Rodríguez Camusso y los demócratacristianos comenzaron a levantar sus manos en acuerdo con los legisladores de la izquierda en la mayoría de los temas puestos a consideración en el Parlamento.

El 7 de octubre de 1970 un grupo de ciudadanos de extracción izquierdista emitió una declaración —a través del semanario “Marcha”— en la que convocó a formar un frente político de esa orientación.

La proclama señaló que era “indispensable la concertación de un acuerdo sin exclusiones entre todas las fuerzas políticas del país que se opongan a la política antipopular y antinacional del actual gobierno, con vistas a establecer un programa destinado a superar la crisis estructural que el país padece”.

Entre los firmantes se encontraban el director de “Marcha”, Carlos Quijano, Oscar Bruschera, Luis Alberto Viera, Arturo Baliñas, Germán D’Elía, Héctor Rodríguez y Julio Castro.

A este hecho se sumó el 5 de diciembre de 1970 el alejamiento de la lista 99 del Partido Colorado, y dos días más tarde, del Movimiento Blanco Popular y Progresista (MBPP), que lideraba Rodríguez Camusso en el Partido Nacional. Pocos días después, el 11 de diciembre, el 20º Congreso del PCU expresó su acuerdo con los intentos de crear un frente popular y el clandestino PS —pese a sus históricas diferencias con los comunistas— también dio su respaldo.

Aunque miró con cierta simpatía la posibilidad de este emprendimiento inédito en la izquierda, el MLN-T, en esos momentos en plena acción armada, emitió un comunicado en el que sus dirigentes dijeron no creer “que en el Uruguay hoy se pueda llegar a la revolución por (medio de) las elecciones”.

“No es válido trasladar la experiencia de otros países (...). El MLN-T entiende positivo que se forje una unión de fuerzas populares tan importante, aunque lamenta que esta unión se haya dado precisamente con motivo de las elecciones y no antes”, agregó el comunicado.

El texto precisó además que “la lucha armada y clandestina de los tupamaros, no se detiene”.

El 8 de enero de 1971, la unión de la izquierda tuvo otro anticipo cuando la lista 99 y el PDC firmaron el manifiesto para la creación del Frente del Pueblo.

Desde esa declaración invitaron “al diálogo entre todas las fuerzas que aspiran construir un Frente Amplio para arrancar al país de la crisis, de la dependencia externa y de la dependencia oligárquica”.

Casi un mes más tarde, el 5 de febrero, en la antesala de la Cámara de Senadores del Palacio Legislativo, representantes de estos dos sectores, del MBPP, del Fidel, de los Grupos de Acción Unificadora (GAU), del Partido Socialista, del MRO, del Partido Obrero Revolucionario (POR) y del Comité Ejecutivo de los independientes (firmantes de la proclama del 7 de octubre), votaron por aclamación la declaración constitutiva de la coalición de izquierda.

Pocos días después la nueva coalición aprobó sus bases programáticas y decidió que el general (r) Líber Seregni y el médico ginecólogo Juan José Crottogini serían sus candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia, respectivamente.

Los comicios del 28 de noviembre de ese año fueron ganados por el colorado de extracción ruralista Juan María Bordaberry, cuya candidatura era respaldada por Pacheco Areco. El partido ganador obtuvo 681.624 sufragios, segundos se ubicaron los blancos con 668.822 y tercero el Frente Amplio, con 304.275 votos, equivalentes al 18,3% del electorado. Fue el primer gran salto electoral, que coincidió con el comienzo de la caída en la adhesión popular hacia los partidos tradicionales (ver gráficas y cuadro).

Los militares y el pacto

Ya derrotados militarmente los tupamaros, el 27 de junio de 1973 Bordaberry y las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado. Los dirigentes de la izquierda fueron arrestados y en muchos casos procesados por la justicia militar, y otros se exiliaron en el exterior. Los partidos integrantes del Frente Amplio fueron declarados ilegales e igual suerte corrieron los sindicatos y sus responsables.

Pese al hostigamiento de que fue objeto, durante el período de facto la izquierda igualmente participó en actividades de resistencia al gobierno. En 1980, junto a políticos de los partidos tradicionales, se opuso a una reforma constitucional impulsada por los militares, que fue desechada por la ciudadanía.

En 1982, cuando se inició un proceso de apertura y se celebraron elecciones internas en los partidos tradicionales y en la Unión Cívica, la izquierda —aún proscripta— se mostró dividida ante esa instancia. El PCU entendió que lo más conveniente era votar al dirigente más opositor a la dictadura, encarnado en el nacionalista Wilson Ferreira Aldunate, mientras que Seregni, desde la prisión, instó a votar en blanco. Esta opción fue respaldada por 85.373 personas, el 6,84% de los votantes.

Dos años después, en enero de 1984, dirigentes frenteamplistas hicieron a un lado su enfrentamiento con las Fuerzas Armadas y aceptaron participar junto a sus pares colorados y de la Unión Cívica en conversaciones con autoridades militares para encontrar una salida política a la dictadura, que concluyó con el Pacto del Club Naval.
De ese entendimiento se autoexcluyó el Partido Nacional, cuyo líder Ferreira Aldunate había sido apresado por los militares.

Proscripto Seregni, el Frente Amplio compareció en las elecciones del 25 de noviembre de ese año con Crottogini como candidato y logró 401.104 votos, equivalentes al 21,3% del electorado.

El nuevo gobierno, encabezado por el presidente colorado Julio Sanguinetti, aministió primero a los tupamaros y luego logró la aprobación de una ley que hizo lo propio con los militares y policías acusados de violar los derechos humanos. La izquierda se opuso a esta iniciativa, promovió un referéndum contra ella, pero al ser sometida a consulta popular (en 1989) fue ratificada por la ciudadanía.

En las elecciones de noviembre de ese año —con Seregni nuevamente como candidato—, el electorado de la izquierda no repitió su tendencia creciente pero por primera vez en su historia logró el control de un gobierno departamental —Montevideo—, con Vázquez como candidato.

El nacionalista Luis A. Lacalle fue electo con el 38,9% de los votos, en tanto que el Frente Amplio logró el 21,2%.

Poco antes de asumir la Intendencia, en febrero de 1990, Vázquez declaró a Búsqueda que se indentificaba “con el modelo socialista que tiene connotaciones y raíces marxistas y (con) algunos principios establecidos por Lenin con respecto a la organización y el desarrollo del socialismo”.

Durante 1989 las posibilidades electorales de la coalición se habían visto afectadas por el alejamiento de la lista 99, comandada por Hugo Batalla. Este grupo se alió con el PDC y obtuvo el 9% de los votos en los comicios de ese año.

Batalla se alejó porque creía que en esos momentos había dos proyectos en la izquierda: uno “esencialmente democrático”, encarnado por la 99 y el PDC, y otro “totalitario”, impulsado por la gran mayoría de los grupos de la coalición, entre ellos, el PCU, dijo a Búsqueda un dirigente que lo acompañó en aquella instancia.

Foto: Santiago Mazzarovich/adhocFOTOS

Tres tercios

En las elecciones de 1994 la tendencia creciente del caudal electoral de la izquierda recobró fuerzas, y con Vázquez como candidato presidencial, la votación del Frente Amplio trepó al 30,6%.

Aunque en esa oportunidad tampoco le alcanzó para ganar el gobierno, se marcó un hito en la historia electoral del país porque el sistema político quedó dividido en tres tercios casi iguales.

Sanguinetti fue nuevamente el triunfador con el 32,3% de los votos y los blancos se ubicaron segundos con el 31,2%.

Para llegar a esa instancia el Frente Amplio se alió con ex blancos comandados por el ex intendente de Cerro Largo, Rodolfo Nin Novoa, con dirigentes provenientes del Partido Colorado, con el PDC y con ex miembros de la lista 99, con quienes fundó el Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA). Ese nuevo acuerdo político fue concebido por Vázquez, pero muy criticado, entre otros, por Seregni y el senador Danilo Astori, quienes rechazaban la posibilidad de sumergir al antiguo Frente Amplio en una coalición superior.

En esa elección, el EP-FA no pareció sentir las tensiones internas que en 1991 había generado la división del PCU. Esa fractura, alentada por la desaparición del Partido Comunista de la hoy disuelta Unión Soviética, provocó una inédita discusión interna entre los dirigentes que promovían la refundación del partido y quienes la rechazaban, en la que se entremezclaron argumentaciones políticas e imputaciones sobre el vaciamiento económico de esa fuerza.

Información Nacional
2022-11-08T20:37:00