Frente a 1990, la tierra y la mano de obra se encarecieron en relación con distintos rubros de producción agropecuaria

REDACCIÓN  
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La caída de la Unión Soviética, sequías, fiebre aftosa, crisis regionales y globales, incluida la más reciente por el Covid-19, fueron fenómenos económicos, climáticos, políticos y sanitarios que gravitaron significativamente en las últimas tres décadas, causando volatilidad y riesgo para el agronegocio en Uruguay. En ese marco, respecto a 1990 hubo un aumento generalizado de los precios —en dólares corrientes— de todos los factores (insumos, productos, tierra y mano de obra), aunque con diferencias.

La tierra y la mano de obra tuvieron un comportamiento bastante similar, con porcentajes superiores a 600% respecto al “año base” (1996). Entre los insumos hubo un incremento más moderado: el gasoil subió 400% al inicio del período analizado y luego bajó, lo que lo ubicó en 2021 250% por encima del año de referencia. El precio de los tractores se mantuvo, mientras que los fertilizantes y las raciones terminan la serie con un incremento cercano a 200%, aunque en 2008 escalaron hasta 400%. 

En el caso de los productos, estos tuvieron alzas de precios más moderadas, en particular los cereales (trigo, maíz y arroz), que terminaron el período con valores similares —o levemente superiores— al del año base. La soja, hoy el rubro agrícola estrella de Uruguay, mostró mayor variabilidad: tuvo aumentos del orden de 200% hacia 2012 y 2013, bajó luego y repuntó algo al final del período.

El desempeño de precios de los productos pecuarios fue mejor que el de los agrícolas. La carne y la leche alcanzaron los máximos incrementos (250%) entre 2012 y 2015, para luego disminuir y volver a subir en el primer caso.

Basándose en datos recopilados por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, ese análisis con perspectiva histórica fue elaborado por Javier Fernández Azpiroz y Gonzalo Freiría Carballo, dos funcionarios de la Dirección de Estadísticas de la cartera, y publicado en la última edición de la revista Tellus, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de la Empresa. Plantean, adicionalmente, una relación de precios de “insumos-productos” como una herramienta útil a la hora de tomar decisiones empresariales, lo que a la vez “ayuda a explicar parte de los cambios que van ocurriendo en la producción agropecuaria del país”.

Cosecha de soja en Florida. Foto: Pablo La Rosa/ adhocFOTOS

Sobre esa relación “insumo-producto”, subrayan el aumento del valor del factor trabajo, en términos de producto, desde el 2005 hasta el período 2017-2019, con disminuciones relativas hacia el final de la etapa analizada. Estos incrementos ocurrieron “desarbitrándose” incluso del resto de los factores, como en el caso de la carne y la lana, “presionando las modalidades productivas y viabilidades económicas”, sostienen.

En el caso de los granos, los insumos muestran también una relación con tendencia desfavorable en términos de intercambio, pero sensiblemente menor que lo ocurrido con la mano de obra. Incluso, la soja muestra cierta estabilidad respecto a la mayoría de los insumos, lo que la convierte en la alternativa más competitiva dentro de la agricultura.

En cuanto a los rubros pecuarios, en general exhibieron un mejor desempeño en su capacidad de compra en relación con los insumos. Sobresale el novillo gordo, que solo compara peor con la mano de obra.

La lana y la leche tuvieron un moderado deterioro en su poder de compra durante el período, salvo para el caso de la maquinaria en la lechería. 

Según los autores, notoriamente el recurso “tierra”, como expresión particular en la asignación de capital, registró un encarecimiento en términos de las materias primas, con mejor competitividad por parte de la carne, la soja y la leche respecto a otras. Calculan esa relación como el volumen requerido de producto para incorporar una hectárea más de campo.

Campo
2022-11-07T18:55:00