Haciendo boca

Haciendo boca

Darwin Desbocatti

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| Columna publicada el 28 de Julio de 2016

"La muerte puede esperar en Uruguay". La semana pasada en su columna titulada "La Muerte Lenta", el director de Búsqueda, Claudio Paolillo, citando un estudio de dudosa fuente, afirmó, entre otros disparates, que el 54% de los empleos uruguayos corren alto riesgo de extinguirse en los próximos 10 a 20 años debido a la robotización de la mano de obra. Y a continuación hizo gala de un enamoramiento casi fetichista de los robots y el mundo digital, como si fuera la Madame Bovary de Isaac Asimov. Pero dejando esa actitud sumisa de los ceros y los unos adoptada por Paolillo, lo que más me dolió es la parte en la que les dice a nuestros gobernantes -y por ende un poco también a nosotros-que no pierdan el tiempo en intentar detener este fenómeno de avance tecnológico y digital sobre viejas fuentes laborales. Paolillo desconoce la razón del pueblo uruguayo desde que nació en el escritorio de Lord Ponsonby: obstruir, trancar, taponear. Fuimos creados como un estado tapón y nuestro héroe máximo, Obdulio Varela, era un volante tapón. También desconoce la cantidad de puestos laborales que en el mundo ya no existen y acá sostenemos de manera estoica. Enumero algunos que me vienen a la mente:

Los pisteros en las estaciones de servicio. En otros países la gente se baja del auto, se carga su nafta y le paga al robot expendedor de combustible. ¿Y en Uruguay, Paoli? Tenemos pisteros, que no solo mantienen ese trato humano con el automovilista, si- no que permiten el uso de efectivo y calman a la cajera del 24 h después del asalto a mano armada.

El guarda al lado de la máquina expendedora de boletos como si fuera su proxeneta. ¿Qué me dice de eso, Claudis? He presenciado con mis propios ojos que ante la incredulidad de algún pasajero del exterior, o algún esnob con aires cosmopolitas que desacredita su presencia, ese prohombre nacional llamado guarda, lo mira con gesto de "acá estoy yo para controlarla porque no se puede confiar en las máquinas, las dejás solas y cuando querés acordar les robaron una moneda al cliente, o a Salgado, o hacen todo mal. Tiene que haber un humano que dé certezas”.

Señor Paulo Claudillo, usted y su adorada Inteligencia artificial pueden ir buscando otro destino: Uber, Easy Taxi, ¡ahahajajaja! ¡me río de ellas! En Montevideo sigue habiendo paradas de taxi, le duela a quien le duela, con el hombre que para los taxis en la parada. Hace lo mismo que podría hacer, ya no un robot, ni el propio cliente, sino un muñeco de trapo: se para en la calle y saca la mano. Explíqueselo a algún amigo suyo japonés de esos que hacen robots a ver si lo entiende. El único robot que fomentamos, respetamos y hasta queremos es el semáforo. Nos encantan los semáforos. Montevideo es una de las ciudades con más semáforos per matiana (por manzana, en latín, ignorantes, estudien si no quieren que los robots de Claudillo los dejen sin trabajo) del mundo. ¿Y sabe por qué nos encantan los semáforos? Por dos razones: A) Detienen, obstruyen más de lo que agilizan, al menos en la versión uruguaya. B) Ayudan a mantener las fuentes laborales de los micro emprendedores del lavado de autos y los malabaristas (que de otra manera solo podrían conseguir un empleo en algún proyecto comunitario de la Intendencia o un circo de producción estatal).

El/la que sale en la radio diciendo la hora, la temperatura, el nombre del tema musical y te lee algún e-mail o - portal de noticias. ¿Se piensa que un robot de los suyos no puede hacer eso? Por supuesto que sí, pero acá defendemos las fuentes de trabajo. ¿Y qué me dice de ese Uber del humor que es Twitter en donde todos hacen chistes GRATIS (que debería estar penado por la ley)? ¿Le parece que les van a sacar el trabajo a los que escriben bobadas pretendidamente graciosas en un semanario por dinero? Pruebas a la vista. Y cierro esta contra- 3 columna, preguntándole si usted cree que esto de la Internet, que funciona bastante bien y viene ganando adeptos, no le voy a negar, va a terminar por hacer desaparecer el periodismo de prensa, y peor aún, el Sindicato de Canillitas. No me lo conteste a mí, estimado Paulo; respóndaselo al señor Eddie Espert.