Mi sueño del sueño del pibe Gragea

Jorge Cuque Sclavo 
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Kid Gragea y yo, en sus diferentes lechos, nos acostamos a la búsqueda de un sueño reparador que aliviase nuestras manyas heridas luego de la biaba que nos infligió Progreso. Yo, con la Copa Consuelo que me está dando el Racing Club de Montevideo, mi cuadro del alma desde que Guido Bastarrica me pagó una gaseosa en su sede. El Kid angustiado, revolviéndose entre pesadillas y elaborando su columna a los ponchazos.

Como “comprendo lo que cuesta ser feliz” y, de puro solidario que soy, me puse a soñar lo que soñaría Gragea. Es decir, soñé el sueño de otro, al mejor estilo de Jorge Luis Borges, no en lo literario sino en el de mi atorranta escritura. Una especie de Los Códigos del Kid al modo del tan meneado de Da Vinci.

El titulo de su columna era: Algo hiede a podrido en Finlandia y decía:

“El príncipe Hambaré recorría el ala norte del Palacio de Anchorbotnia absorto en sus meditaciones.

-Piquete or not piquete that is the question.

La Reina Cristina le había prometido una solución, pero sin embargo el malvado Tristán K, su marido, había recibido a una delegación conspiradora contra el príncipe Hambaré.

-Las aguas bajan turbias -se dijo mientras contemplaba las del Darknentogöten (Líneas Aéreas de los Pájaros Pintados)

Para empeorar las cosas, los jóvenes de la sub-15, primera línea de fuego, habían caído derrotados por los piqueteros del Dr. K defendiendo las puertas de Palacio.

Un olor a repollo podrido colmaba los corredores del Castillo. Había que poner coto. Se lo olía hasta desde Walewaytöö.

Llamó a todo el mundo para ver si le daban información de lo que pasaba. Nadie tenía noticia. Ni el Goyo. Entonces Hambaré resolvió llamar a sus ministros por el tremendo olor que invadía el reino.

-Los de ADEOMBURG no tienen nada que ver. Ya le arreglamos los camiones.

-Debe ser la pastera -dijo otro.

-¿La Spezia? No puede ser. Yo les he comprado toda la vida. Y el tano Speranza viene todas las semanas a cantar a Palacio.

-No. Debe ser un sabotaje de los de Botnia.

-Imposible, Daisy. Los de Botnia, me consta, son todos compañeros de la planta.

-¿No serán agentes infiltrados por el mefítico Dr. K?

-Que investigue Inteligencia. ¿Tenemos?

-Poca. Pero si nos da rubros el Conde Danilo...

-¡¡ Che!!! Ya empezamos con las indirectas. Ya les dije que no hay plata. ¿Estamos?

Si quieren progreso hay que pagarlo.

-Eso no Conde Danilo. Mi cuadrito no se vende. ¡Progreso y corran perros que no ni no, manyas oligarcas!

(Llegada esta secuencia el Kid pega un corcovo en la cama y grita reclamando los tres puntos, que renuncie Damiani, que renuncie Matosas y que vuelvan Abaddie, Joya y Spencer. Acuden prestos todos. Garfield abandona una torta. Leslie sus dibujos y Campos un crucigrama gigante que prepara para el número de fin de año. Darwin putea. Y la gritería le llega a Paolillo que ya viene calentito porque perdió Defensor el fin de semana pasado y vocifera a su vez troniuante:

-¡¡¡Que te calléis digo, coño!!!

Y el Kid le responde:

-Y vos, ¿quién te creés que sos para darme órdenes? ¿El Rey de España?

-Conmigo no te hagas el barra brava Kid. Que a mí no me pone el hombro nadie. ¡Ni Chávez ni Ortega! ¡Vamos la viola, todavía!

-Andá Paolillo! ¡Andá a quejarte a la SIP!).

Retomamos la acción en Palacio donde las cosas se han puesto caldeadas y los unos recriminan a los otros:

-¡Yo les dije siempre que lo del Filtro era una cagada!

-No. Aquí no me fuma nadie. Ni con filtro ni sin filtro -aclara Hambaré.

-Y vos que todavía seguís defendiendo lo del Casino.

-Ni Casino ni Nevada ni Puerto Rico -vuelve a gritar el príncipe.

-¡Vos callate gorda, que te dicen Roseta Gastada porque se te escapan todos los chorros!

-Basta. Basta. ¡O les leo todo mi Discurso de la Plaza Independencia!

Callan inmediata y absolutamente todos y retoma la palabra el príncipe:

-¿Qué es eso de la pastera?

-Es una planta de celulosa para hacer papel.

-¿Papel? Eso es fabuloso. Así cada niño, junto con su computadora, podrá anotar en aquellas gloriosas hojas doble raya marca Hambaré en las que varias generaciones aprendimos nuestras primeras letras.

-Maravillosa idea, príncipe -dijo Crovetto mientras saborea un cucurucho de su fabricación.

En su sueño el Kid recordó el placer que le daban aquellos riquísimos helados de su niñez. Fue así que se sumergió en un dormir profundo, mientras resonaban en sus oídos aquellos versos de Zorrilla que memorizó otrora, con tanto esfuerzo:

“Cayó la flor al río y los temblorosos círculos concéntricos

balancearon los blancos camalotes

y en medio del juncal murieron”.


Humor
2022-10-28T08:37:00