Otro cine

Otro cine

Cinemateca

3 minutos Comentar

Columna publicada el 13 de abril de 2000

El tema asoma periódicamente en esta columna y hasta puede temerse que volver a él sea simplemente llover sobre mojado, una práctica que en vista de las lluvias de los últimos días puede resultar poco saludable, bromas al margen, y temor a las redundancias a un lado, puede sostenerse empero que la que se repite es la realidad, y la palabra escrita resulta apenas un reflejo de su redundancia.

Como sea, hay un cine que llega habitualmente a través de la distribución comercial: el cine de las majors, el cine más o menos independiente distribuido por las subsidiarias “cultas” de las majors, y el cine europeo o de otros lados que esas mismas subsidiarias compran para distribuir en los Estados Unidos. Lo demás tiene problemas, y ese “demás” es, literalmente, todo el resto del cine que no es Hollywood, desde la producción europea, asiática, africana o latinoamericana hasta el propio cine norteamericano verdaderamente independiente y no vinculado a las subsidiarias de las majors o el instituto Sundance.
Y lo mismo puede decirse del cine que escapa a las fórmulas de género habituales, el documental, el cine experimental, la animación, lo testimonial. Es difícil que filmes de esas características asomen en las pantallas de un multiplex: no es el tipo de material especialmente apto para ser acompañado con una botella de refresco y un balde de maíz acaramelado.

Y sin embargo una parte de esos filmes incluyen algunos de los empeños más originales, imaginativos, creativos o reveladores del cine reciente. Sirven para desmentir la tan difundida creencia de que “todas las películas son iguales”, y también para descubrir cosas que pasan en el mundo y su reflejo, la cabeza de la gente. Lo poético y lo testimonial, el ejercicio de vanguardia y la adaptación literaria. La comedia y la sátira hacen la múltiple voz del cine, que busca abrirse paso a través del laberinto de un mercado extremadamente acotado.

En esa dirección apuntan las muestras, semanas y festivales de cine: a ser la puerta o la ventana a esa “otra” producción que tiene dificultades para circular. A partir del próximo sábado, el XVIII Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay abre sus puertas (o sus pantallas) como vehículo para un material de esas características. El detalle figura por aquí cerca, y más concretamente en las carteleras diarias; no corresponde insistir sobre él aquí. Vale la pena, en cambio, señalar cuáles han sido los criterios predominantes en esa programación, e invitar al público a la fiesta del cine.