Tres referentes proscritos bajo la arriesgada mirada periodística

escribe Federico Castillo 
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La primera etapa de Búsqueda como semanario, luego de la decisión editorial de virar de la fundacional revista económica de opinión a una publicación más política y con fuerte impronta informativa, coincidió con años especialmente desafiantes para el periodismo uruguayo. Era una época de transición.

En 1981, Uruguay seguía bajo la dictadura militar, pero se iniciaba el proceso hacia la apertura democrática. Fueron años donde la información de calidad, pura y dura, sin censura, sin pasar por el peaje militar, continuaba siendo un bien escaso para la opinión pública. Los datos políticos de interés circulaban de manera clandestina y riesgosa, en prudente voz baja. Muchas veces mediante grabaciones en cintas de cassettes que eran escuchados únicamente por unos pocos dirigentes o militantes entre cuatro paredes. Otras tantas, en conversaciones que nunca tomarían estado público. Las palabras proscripción y clausura estaban en el orden del día. Había políticos proscritos. Políticos en el exilio. Políticos que no podían hablar ni ser mencionados. Políticos cuyas ideas la prensa no podía reproducir. O sí. Pero después había que aguantar las consecuencias.

El semanario Búsqueda tuvo un rol fundamental en este tramo de la historia política del país. Además de contribuir a desenredar un panorama complejo con distintas coberturas noticiosas y entrevistas a protagonistas de relieve, fue un amplificador molesto de diálogos secretos y negociaciones a media luz de dirigentes políticos y militares. Fue también una insistente plataforma de denuncia de los constantes atropellos a la libertad de prensa: los que sufrió en carne propia y los que padecieron otros medios colegas. Fue una espina alojada en los espacios de poder.

En los años de transición hacia la democracia, Búsqueda innovó proponiendo un periodismo sin tribuna política y con un estilo narrativo que puso énfasis en la contextualización de la información y en un abordaje temático que derribó los muros partidarios e ideológicos que se mantenían sólidos en el resto de las publicaciones locales. Durante ese período, se destacaron múltiples coberturas de noticias y hechos claves de la historia reciente. Entre ellos, se dio minuciosa cuenta de la actividad política de tres referentes políticos condenados a la proscripción por el gobierno militar: el blanco Wilson Ferreira Aldunate, el frenteamplista Liber Seregni y el colorado Jorge Batlle. El seguimiento periodístico de estas tres personalidades supuso una serie de requisas, incautaciones, clausuras y obligadas visitas a destacamentos policiales para dar explicaciones.

En setiembre de 1981, en el segundo número de su nueva etapa como semanario, Búsqueda informó en su tapa sobre un cónclave nacionalista en Río de Janeiro, Brasil, que tuvo al proscrito Wilson Ferreira como protagonista. En un artículo, anunciado en la tapa, se recogían expresiones del caudillo blanco en el exilio, quien se manifestaba sobre las negociaciones que se estaban llevando adelante con miras a la apertura democrática. Fue una noticia basada en cables de agencias internacionales, pero Búsqueda fue el único medio local que reprodujo las palabras de Wilson. La periodista Leticia Linn, autora del libro Una historia para ser contada, recuerda que por esta publicación el exdirector periodístico del semanario, Danilo Arbilla, estuvo detenido por varias horas en la Jefatura de Policía. 

El 19 de enero de 1983, Búsqueda publicó en su contratapa un reportaje al proscrito dirigente colorado Jorge Batlle. ¿La consecuencia? El semanario fue clausurado por cinco ediciones. La polémica entrevista se detenía en cuestiones de las internas partidarias y el sistema electoral de la época, eterno desvelo del líder colorado. “El doble voto simultáneo divide a los partidos y no respeta la voluntad del votante”, fueron las expresiones de Batlle que titularon la nota. Batlle no perdía oportunidad de cuestionar con firmeza un régimen electoral que luego de varias instancias sería finalmente modificado. Batlle señalaba que el sistema de entonces “debilitaba” a los partidos, los “dividía”, y provocaba su “esclerosamiento”. Y reclamaba que para que eso no ocurriera se debía eliminar el doble voto simultáneo y que cada partido llevara una única fórmula presidencial en las elecciones nacionales. También pedía que las contiendas internas de los partidos se realizaran con un año de anticipación a los comicios nacionales.

Batlle decía todo esto a principios de los años 80. “Si no hay una elección interna antes de las nacionales, se está transformando a los partidos en una cosa estática, inmóvil, controlada y dominada por una cúpula dirigente que tiene hoy, en 1982, la representatividad auténtica y que la va a conservar —aunque cometa errores en la conducción política— hasta el año 1994”. No fue en 1994. Pero dos años más tarde, en 1996, se aprobaría una reforma constitucional que cambiaría el sistema electoral para instalar el vigente hoy, uno bien parecido al que pretendía el expresidente colorado.

El reportaje de Búsqueda a Batlle no le cayó en gracia al gobierno militar. Además del cierre del semanario por cinco ediciones, tanto el periodista a cargo de la entrevista, Arbilla, como el entrevistado fueron detenidos y sometidos a un largo interrogatorio por el Departamento de Inteligencia y Enlace.

Pasó casi todo el verano. Búsqueda volvió a publicarse recién en marzo de 1983.

Caricatura de Arotxa publicada en la edición N°218, después de que Búsqueda fuera censurado

“No podemos prometer a nuestros lectores que seguiremos saliendo siempre; pero sí nos comprometemos a no salir nunca sin dignidad”, quedó escrito en un editorial de regreso. “No nos permitimos esos lujos. El lujo, queremos decir, de callar lo que sabemos y es de interés para nuestros lectores, solo porque pueda atraernos la animosidad del poder”, se agregó para contestar de una vez la pregunta sobre el riesgo de publicar una entrevista a un dirigente proscrito. “Pero el arte de la autocensura en base a adelantarnos a las posibles consecuencias de nuestros actos, mirándole a los ojos a los gobernantes, y estando atentos a sus menores ademanes, es un arte que desconocemos y que, la verdad, no deseamos aprender”.

En diciembre de 1983, la dictadura continuó con sus embates contra la prensa. Una edición del jueves 21 nunca llegó a publicarse.

En el número requisado por una patrulla militar se anunciaba que el gobierno había ratificado la proscripción de Wilson. La información debe continuar, rezaba, profético, uno de los titulares de aquel número del semanario que no pudo ver la luz. Y profundizaba sobre un problema en constante aumento: la censura previa. “La democracia sin prensa libre es una contradicción en los términos. El movimiento hacia la democracia a través de una creciente represión de los medios de difusión es un itinerario imposible”.

Las menciones e información en el semanario sobre políticos en situación de proscripción continuarían causando escozor a las autoridades militares a cargo del gobierno uruguayo. En abril de 1984, aún con la democracia asomando tibios rayos en el horizonte, una contratapa que informaba sobre la llegada de Wilson a Buenos Aires significó una nueva clausura de Búsqueda. Esta vez por ocho ediciones. La cobertura de esa noticia fue en contratapa. Se trataba de una “misión de aproximación” al Uruguay del líder blanco.

En Argentina, Wilson cenó con el presidente Raúl Alfonsín y dio una conferencia de prensa donde sostuvo enfáticamente que no creía que la dictadura tenga “la fuerza suficiente como para impedir que el pueblo se exprese” en las elecciones que se iban a llevar adelante el 25 de noviembre. “En ese momento tendremos elecciones libres en las cuales podrán participar todos los partidos y todos los ciudadanos”, aventuró. Luego profundizó sobre una expresión que llevaba su característica y punzante agudeza: “Que las Fuerzas Armadas vuelvan a los cuarteles”. Dijo que no era, en absoluto, un concepto peyorativo. “Ningún médico encontrará deshonroso que se le diga que los médicos deben estar en los hospitales. Ningún maestro consideraría ofensivo que se le diga que los maestros deben estar en las escuelas”. Y sobre su eventual regreso a Montevideo, sentenció: “Regresaré cuando a mi partido se le dé la gana y cuando a mí se me dé la gana”. “Respondo por mis actitudes, lo que hagan los demás a mí me interesa poco”.

Tras la extensa clausura, Búsqueda volvió a salir recién en junio de ese año. “Se continúa, bajo la apariencia de objetividad, una campaña de desprestigio hacia uno de los estamentos de la sociedad fomentando una animosidad factible de reflejarse en una alteración de la pacífica convivencia en la población”, decía la resolución de la suspensión del semanario.

“No hay absolutamente nada que otros medios no hubieran también publicado”, respondió Búsqueda en su editorial de regreso, ensayando posibles respuestas para una nueva clausura. “Tiene que haber sido otra cosa. Tal vez se trata del equilibrio de cada edición, de la proporción de lo que en ella incurre en el desplacer del censor”. “Después del silencio volvemos con nuestra palabra, con la que ofrecemos a nuestros lectores pensando que es nuestra verdad. Movidos por la profunda convicción de que ese es el papel que debemos cumplir. Ser testigos. Decir la verdad, nada más que la verdad, y toda la verdad que nos dejen”, concluía el texto.

Unas semanas más tarde, en julio de 1984, Búsqueda siguió informando de las actividades de dirigentes proscritos. El jueves 19 publicó un extenso y jugoso artículo que reproducía expresiones del líder frenteamplista, Liber Seregni, como respuesta a una serie de planteos de la militancia, inquieta ante las negociaciones de los partidos con los militares en las puertas de las elecciones nacionales. Búsqueda accedió a las declaraciones que Seregni grabó en cassettes que fueron difundidos por la Comisión de Propaganda del Frente Amplio en todos los comités de base. Los conceptos de Seregni no tienen desperdicio y es un buen termómetro de lo que se vivía en las bases y en la dirigencia en los meses previos a la reapertura democrática.

“Algún compañerito, por demasiado joven, se cree que ser más radical es pegar cuatro gritos histéricos y utilizar adjetivos. ¿Más radical que el Frente, que desde hace once años está peleando en los hechos contra la dictadura, brindando su sangre, sus presos, sus desaparecidos, sus exiliados…? La radicalización no es de jeta, compañeros, no es de boca. La radicalización y la política y el enfrentamiento es cosa de hechos”. Seregni cruzó con sus dichos a los dirigentes del Partido Nacional, que reclamaban con insistencia la habilitación de Wilson para los comicios. “El país no depende de un solo hombre. Jamás. No puede ser así. Se trata de la suerte entera del pueblo oriental. ‘No damos un solo paso sin la libertad de Wilson’, dicen los blancos. ¿Pero y los otros 800 presos políticos? ¿Estamos dispuestos a cualquier cosa por uno, y degollamos a los 800? ‘Acá no habrá elecciones si no se restituyen los derechos de Wilson…’. ¿Y los derechos del Frente Amplio, que está entero proscripto, que tiene 11.000 dirigentes proscriptos…? (…) Ustedes saben que soy bueno, complaciente y amplio… pero me hierve la sangre escuchando declaraciones de dirigentes del Partido Nacional que están intentando capitalizar todas estas cosas que pasan en su propio provecho”.

Luego Seregni responde a una pregunta incómoda que le hizo llegar un militante preocupado por el hecho de sentarse en la misma mesa con la dictadura militar que los “persiguió implacablemente en estos 11 largos años. ¿Cómo conciliar esta situación?”. El líder frenteamplista contestó: “¿Cuál fue el camino que nos marcamos? La negociación. Bueno, las negociaciones pueden ser de sentado o de parado. Y lo hacemos de parado cuando paralizamos al país. Y si yo puedo sentarme a una mesa con los militares para que de ahí salga la desproscripción del Frente Amplio, la libertad de uno, 100 o todos los compañeros presos, la posibilidad del desexilio de uno, 10, o los miles que están en el exterior, (lo voy a hacer). Sí, compañeros, me siento a la mesa porque yo no tengo pudores de niña de 15 años, porque soy un hombre responsable. Y porque además en cada momento juzgo qué es lo importante”.

Seregni había recuperado la libertad pocos meses antes, en marzo del 84, y tras casi una década de encierro una de las primeras cosas que hizo fue darle una entrevista exclusiva a Búsqueda. Sus razones para brindar ese reportaje resumen en buena medida la importancia del semanario en este período de la historia política. “Yo me enteré por Búsqueda que me iban a liberar”, dijo. Y contó que durante sus años en prisión convenció a sus carceleros que le permitieran recibir la publicación porque no constituía ningún riesgo. “Es un semanario que solo da noticias económicas”, les dijo.

Información Nacional
2022-11-08T10:48:00